lunes, 20 de septiembre de 2021

Cómo estar vivo, aqui y ahora

 
Hoy entrevistamos a Elena Lardies, una veterana en la practica de yoga. En clase, todos conocemos su cariñosa sonrisa, algunos dicen que es capaz de apaciguar cualquier estado de inquietud al que la mira, tal es la dulzura que transmite su Alma.

¿Qué circunstancias te llevaron a la práctica de yoga?

La primera vez que practiqué yoga fue aceptando el consejo de mi cuñada Ana Belén. En ese momento, pasaba por una gran depresión. Había nacido mi segunda hija, mi hijo aún era pequeño, tenía un trabajo de gran responsabilidad y sacrificio, mi marido estaba casi toda la semana trabajando fuera… y mi mente y mi cuerpo dijeron que no podían más con todo ese estrés. Dejé el trabajo y me centré en recuperarme. Hice caso a Ana Belén y me fui a hacer yoga con Marisa Lasaosa. Estuve unos cinco años practicado yoga con ella.

En 2014 tuve un accidente. Salía de casa con mi hija, que tenía entonces siete años, y yendo por la acera hacia el garaje, un coche perdió el control y nos atropelló. Mi hija no tuvo lesiones físicas, porque, según me dijo,  la empujé lejos del coche, pero sí psicológicas. Fue un sock para ella verme en la acera inconsciente y con la cara llena de sangre. Pensó que me había muerto, pobre cría. Tuve traumatismos en la cabeza y el ojo izquierdo y destrozo de tibia y peroné. Tardé casi dos años en recuperarme. Pasé por dos operaciones y ni sé las horas de rehabilitación. La pierna me sigue molestando, pero no me impide hacer lo que me gusta.

Después de pasar por algo así, me planteaba muchas cosas. Estaba feliz porque estaba viva, pero a la vez, me sentía un poco perdida, con la sensación de que no estaba aprovechando bien esta segunda oportunidad que me daba la vida.


Hace un tiempo, en un seminario de yoga que impartía Enrique Moya, nos conocimos, Mila. Tuvimos ocasión de hablar y me pareciste una persona especial. Te pedí tu número de teléfono y al poco tiempo empecé a practicar yoga y meditación contigo.

Y allí sigo, ¡encantada de la vida!

¿Cómo te sentías antes de conocer el yoga y después de conocerlo?

Antes de conocer el yoga, hacía todo como un autómata. Atendía a mi familia, trabajaba …  estaba viva pero sin vivir, no sabía disfrutar de la vida. Pensaba en todos menos en mí. Prácticamente mi tiempo era para los demás. Era muy perfeccionista y responsable y todo tenía que estar controlado. 

Desde que practico yoga y meditación contigo, Mila - hace unos tres años-, poco a poco he dejado ese perfeccionismo, así todo fluye, disfruto mucho más con todo, busco y encuentro tiempo de calidad para mí, a la vez que estoy más sensibilizada con lo que me rodea, sé cómo calmar la mente, y sobre todo he aprendido a vivir aquí y ahora. Y a nivel físico, soy consciente de mi respiración, me encuentro más ágil, ya no tengo contracturas  y, salvo la pierna, ¡no me duele nada!

¿Qué te hace seguir practicando cada día?

Lo bien que me hace sentir. Se ha convertido en una necesidad. Es un tiempo de calidad que me dedico. Y sobre todo, al practicar en grupo, se comparte mucho. Es lo mejor del día, como decimos con mi amigo Toño.

 ¿Cómo evolucionas y a qué niveles sientes mejoría (físico, emocional, mental, espiritual)?

 Físicamente, me he hecho consciente de que en este cuerpo que tenemos cada uno es donde tenemos que vivir mucho tiempo, así que cuanto mejor lo tratemos, mejor estará, y así lo hago.  Emocional y mentalmente, he mejorado mucho, consiguiendo estar equilibrada, sentirme más segura de mi misma y eliminar muchos miedos, así como disfrutar y valorar mucho todo. Y espiritualmente, antes era un tema que no me preocupaba, pero a medida que voy profundizando y también gracias a la meditación,
ahora me siento parte de un todo.

Muchas personas, sin haber asistido a ninguna sesión de yoga, piensan que practicar es aburrido.  ¿Qué les dirías a estas personas?

Que te llamen, Mila, y vengan un día a clase con la mente abierta y se dejen llevar, a ver si siguen pensando que el yoga es aburrido.

Qué mensaje final quieres compartir con los practicantes y con los no practicantes?

A los practicantes, creo que no hay que decirles nada porque pienso que, como yo, estarán encantados con todo lo que el yoga nos aporta.

Y a los no practicantes, que se animen a probar, tanto si se encuentran bien como tienen algún problema físico, ya que el yoga les va a aportar un montón de beneficios, físicos, mentales, espirituales y energéticos.

Lo leí hace poco y me gustó: “El yoga nos enseña a ser nosotros mismos desde la raíz y con el alma, aprendemos a vivir el aquí y el ahora con lo que necesitamos de verdad, disfrutamos, agradecemos, observamos, amamos, respetamos y nos desprendemos de todo lo innecesario.”

Muchas gracias Elena por compartir tu experiencia. Deseo que ello sirva para que más personas  se animen a probar esta practica milenaria que tantos beneficios nos trae. La disciplina yoga trae Paz Interior a quien tiene la voluntad de ponerla en su agenda diaria. Y si no toman la decisión de ir a clase de yoga, al menos que practiquen la sonrisa en los labios y en el corazón. A mis alumnos siempre les recuerdo que la sonrisa en los labios es un gesto que  nuestro cerebro traduce  como estado de felicidad y de forma automatica segrega más hormonas del bienestar... asi, aunque empezemos fingiendo la sonrisa, acaba siendo real y sentida!

Namaste!

1 comentario:

  1. Enhorabuena Elena, por todo lo que has superado y lo que has conseguido, trasmites mucha paz y calma, un abrazo Belén

    ResponderEliminar